Sueño
- Romina
- 1 may 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 3 may 2020
Tenías la impresión de mi falaz inocencia.
Yo te sonreía y creaba caos a través de mis ojos.
Todo podía ser posible. Lo llevaba en la sangre y se sentía en mi piel.
Cuánta oscuridad habrías de ignorar. Cuánto murmullo ajeno...
Y sin embargo, yo obedecía en secreto al ferviente deseo que me condenaba y liberaba al mismo tiempo. Un deseo trágico de poder y de muerte, de misterio y locura.
Una naturaleza perversa que me conectaba con el placer más profundo y con mi identidad más malvada.
Jamás supiste, estimo, que en mi interior se alojaban el poder de destruir y crearlo todo a tan sólo un pensamiento de distancia.

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