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El rescate




Con el salvavidas como única compañía, había logrado mantenerse flotando pero, al pasar las horas, sus ojos tendían a cerrarse, y la esperanza de ser rescatado se desvanecía junto con la luz del sol. A medianoche, el silbido de una ballena lo sacó de su ensoñación. Sin embargo, su vitalidad terminó de esfumarse cuando el cetáceo se marchó sin explicación. Al despuntar el alba las extremidades entumecidas le impedían luchar contra la corriente, y la idea de sumergirse para acelerar el proceso se apoderó de su mente. A su alrededor solo podía ver agua salada reflejando el cielo; ahora su frágil velero descansaba entre corales y medusas. El final parecía inevitable. Entonces, al exhalar el que creyó sería su último suspiro, un zumbido estremecedor rebotó en sus oídos. Los ojos llenos de lágrimas le impidieron ver en detalle la escena. Ya en el hospital, una visita despejó todas sus dudas. Al preguntarle sobre el rescate, el piloto le contó que llevaban varias horas de infructuosa búsqueda; de pronto, un animal inmenso llamó su atención. Sus movimientos parecían inusuales. Siguiendo su intuición, el hombre permitió que el mamífero guiara el helicóptero, y así fue como encontraron la zona del naufragio.

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