20 de enero, 2020
«El vuelo fantasma n° 1 despegó exactamente en hora, casi sin tropiezos y rodeado de la seguridad que cabía esperar, dadas las circunstancias».
Hoy empecé a leer, bueno, a releer, Operación Babilonia, escrito por Shlomo Hillel y publicado por la editorial Planeta.
Es de noche, afuera ladran los perros de los vecinos; también se oye el ruido del agua subiendo por las cañerías hacia el tanque que se encuentra anclado al techo de la casa. El aire acondicionado mitiga el calor propio de esta época. Estoy leyendo el prólogo.
«(...) su única respuesta a todas las preguntas que les hicieran los británicos sería "soy un judío de Palestina", en hebreo, y ni una sola palabra más».
De repente oigo el sonido amortiguado del motor de una motocicleta. Así como viene también desaparece. El ruido se repite menos de dos minutos después, esta vez, es lo suficientemente fuerte como para romper mi concentración. Tengo que repetir el párrafo.
palmajnics
«Procure que todos los que participaron en la operación guarden silencio».
Fin del prólogo, inicio del capítulo uno. Los animales vuelven a alborotarse, al parecer por un auto que atraviesa la calle. Se oye una bocina, la trae el viento, quizá desde la esquina más próxima. Una puerta (del vehículo) se abre, alguien debe haber salido. La interrupción continúa. Ahora me doy cuenta de que, si presto atención, puedo escuchar las agujas del reloj que está sobre mi cabeza. Es antiguo, de madera.
farhoud
«(...) el proceso de convertirse uno en agente secreto demoraba mucho más de lo que había creído».
Dejo la lectura en la página 21, por la hora.